jueves, 24 de abril de 2025

¡Cuánto tiempo!

Hace exactamente 9 años, un 24 de abril de 2016, este blog vio la luz. Desde entonces, en él he ido depositando todas mis vivencias -en general transmitidas por escrito poco después de haberlas experimentado- con la mayor regularidad que me ha sido posible. 

Desgraciadamente, durante los últimos años el formato de "blogging" ha perdido mucha popularidad. Hemos visto cómo muchos de estos diarios personales digitales han ido cerrándose, o pereciendo por la inactividad de sus dueños.

En mi caso, he intentado mantener a flote este blog a toda costa. No sólo me regocijo en la redacción, de la que ciertamente disfruto después de temporadas sin apenas sentarme y dedicar algunos minutos en la pantalla; sino también porque este blog ha sido el más fiel testigo, mi diario personal abierto a todo el público, de mi progresión como fotógrafo aficionado en los últimos 9 años. Cuando abrí el blog tenía 11 años. Ahora tengo 20, a punto de los 21. Me produce verdadera nostalgia poder viajar al pasado en apenas unos clicks y ver en cuestión de segundos cómo vivía nuevas experiencias cuando todavía era un niño. Consecuentemente, quiero subrayar que no dejaré de redactar en el blog en un futuro próximo, dado que espero poder viajar al pasado dentro de otros 9 años y ver cómo han cambiado las cosas. Es algo memorable, precioso, inestimable. Al menos para mí. 

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Dicho esto, hace falta poner las cosas al día. ¡Cuánto tiempo ha pasado! Nada más ni nada menos que un año y medio desde la última entrada. Contaré cronológicamente cómo han sucedido los acontecimientos desde la última toma de contacto en septiembre de 2023. 

Después de un fructífero verano tras acabar primero de carrera, llegó septiembre y con él, un nuevo curso. Segundo de carrera iba a ser un curso bastante más intenso, con asignaturas mucho más atractivas, pero no por ello menos demandantes. Parece ser que en verano agoté mi fortuna fotográfica, porque no fue hasta noviembre que pude volver a echar alguna foto decente, gracias a mis queridas chovas.

Chova piquirroja · Pyrrhocorax pyrrhocorax

Unas semanas más tarde, las chovas reunían protagonismo nuevamente en una noche de anillamiento en dormidero. Cogimos algo más de una veintena de ejemplares, todos adultos.


Entre finales de enero y principios de febrero de 2024, coincidiendo con las vacaciones de fin de semestre de la universidad, se gestó con Eric Mozas un viaje por el noreste de España. Unos días por el delta del Ebro, para pasar luego por tierras aragonesas, y posteriormente navarras, con el objetivo de observar pico dorsiblanco. Desafortunadamente este último falló, y al día siguiente, desde allí, partimos hacia Bilbao para ver una pequeña visitante de Norteamérica, una gaviota de Bonaparte.

Gaviota de Bonaparte · Chroicocephalus philadelphia

Desde allí, una visita por Santoña, terminó de forma inesperada en tierras palentinas. Decisiones que haces sobre la marcha, y luego agradeces haber tomado. La temporada estaba siendo especialmente buena en abundancia de topillo campesino, por lo que la presencia de lechuzas campestres, era francamente espectacular. 

Lechuza campestre · Asio flammeus



Por allí, también tuvimos la ocasión de acompañar una mañana a ambos Fernando Jubete (a quienes hay que agradecer su hospitalidad por habernos acogido) y Alberto Benito en la captura y el marcaje de una lechuza campestre con GPS.


La semana santa de 2024 fue bastante poco productiva. Una única mañana pude echar una sesión de hide relativamente maja, con aves carroñeras, gracias a Esteban Hernández. Por otro lado, otra mañana dediqué una sesión de hide con Enrique Ruiz al aguilucho cenizo, no muy productiva (hice 3 fotos en total) pero por lo menos con la presencia de esta especie. Quiero agradecer a ambos una vez más su amabilidad. 
El resto de días fui haciendo alguna cosa suelta, pero sin mucho éxito.

Buitre leonado · Gyps fulvus

Alimoche europeo · Neophron percnopterus



Aguilucho cenizo · Circus pygargus




Durante los siguientes meses, el fracaso nuevamente fue la regla y no la excepción. Fueron semanas un poco duras, académicamente hablando, por lo que ante las escasas posibilidades para salir al campo y preparar sesiones, me tuve que conformar con cualquier situación ligada a la suerte y la casualidad para poder hacer fotos. Y ya os adelanto que las fotos aprovechables que tomé en ese período, se muestran entre este párrafo y el siguiente. Es decir, cero.

Acabado el semestre, y tras una semana por Aragón igual de infructuosa que mis últimas salidas al campo, marché de viaje a Suecia. Más concretamente a la estación de anillamiento de Ottenby, donde tuve la maravillosa oportunidad de estar anillando aves (mayoritariamente limícolas) durante el siguiente mes. 
Fue una experiencia maravillosa, con mucho trabajo, pero recompensado con el disfrute de estar en un lugar espectacular, haciendo lo que a uno más le gusta, y como no, rodeado de buena gente. 

Una de las cosas que más llaman la atención en Ottenby son las focas que pasan el día a orillas de la isla de Öland (donde se sitúa la estación). Compartir el trabajo de campo con ellas es toda una experiencia que no podía dejar pasar, por lo que alguna mañana me acerqué a tomar alguna foto. 



No tomé muchas fotos, pero fueron unos días muy productivos y con mucho trabajo. Agradecer una vez más a Jaime Miralles y Magnus Hellström por haberme permitido vivir una experiencia tan bonita.

Tras volver de Suecia marché un año más (el cuarto) a la campaña de anillamiento del carricerín cejudo en el Cañizar (Teruel). Durante 10 días estuvimos Javier Sanz y yo liados con la captura de más de mil aves. 

Anillando lavanderas boyeras por la noche.

Después de Teruel, puse rumbo a Asturias con unos amigos, de acampada y poco bicheo (pero mucho pateo) para poner fin a un intensísimo y enriquecedor verano. En resumidas cuentas: acabé clases, ese mismo día marché a Caspe, y a los 5 días volví a Barcelona; al día siguiente marché a Suecia, y tras un mes allí regresé a Barcelona; el mismo día marché a Caspe, estuve 3 días más y marché a Teruel; y tras 10 días allí, marché directo a Asturias 9 días más, para regresar (casi) directo a Barcelona. Agotador, ¡Desde luego!

Y sí, después de este tute, volvió a suceder. Empecé tercero de carrera, y desde agosto hasta diciembre, no hice una sola foto decente. Fue una época bastante frustrante, a la que sin embargo, pude poner punto y final en una tarde de diciembre. Con la intención de aprovechar los primeros días de invierno, decidí "tomarme unas vacaciones" (es decir, faltar a clase en toda regla) unos pocos días para aprovechar los pocos días que tendría disponibles antes de las vacaciones de navidad (dado que después era época de exámenes, y por lo tanto, no podría salir al monte).

Una tarde decidí probar suerte con el búho real, ya que el año pasado, falló en la única sesión que le dediqué. Bueno, ciertamente no falló como tal, puesto que entró a su posadero, pero demasiado tarde y ya sin luz. La víspera ofrecía buenas sensaciones; una luz decente, sin niebla, sin viento... No todo podía ser tan perfecto, y cuando subí a lo alto del acantilado para esconderme, asumí que me iría con las manos vacías; justo debajo estaban cortando leña con una motosierra. ¡Misión abortada! Al día siguiente decidí volver a probar, y la situación era radicalmente opuesta al día anterior. Durante toda la jornada, había reinado una espesa niebla que no permitía ver a más de 50 metros, y el termómetro no marcó en ningún momento del día más de 4ºC. Pero era mi último día de "vacaciones", dado que al siguiente tenía prácticas y ya no podía alargarlas más. En fin, quedaba arriesgarse o dejarlo para el año siguiente. Y vaya si valió la pena. Tanto el macho como la hembra hicieron acto de presencia, otorgando unos minutos verdaderamente espectaculares y excitantes.

Búho real · Bubo bubo



Después de más de tres horas y con el frío habiendo calado hasta los huesos, regresé a Barcelona con muy buenas sensaciones. Parece que al final, después de tantos meses de tantas penurias fotográficas, sólo hacía falta un poco de suerte para volver a subir los ánimos. 

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Antes de las vacaciones de febrero de 2025, decidí dar un paso adelante y cambiar mi equipo fotográfico. Durante 8 años, mi antiguo equipo me acompañó durante algunas de las mejores y más memorables experiencias que he tenido en mi vida. Después de más de 120.000 fotos, tocó decir adiós a la D500 y dar la bienvenida a la Z8. Y fue una bienvenida por todo lo alto, puesto que si los últimos meses habían sido escasos y frustrantes, en febrero las cosas empezaron a cambiar. No tuve mucho tiempo para echar jornadas en el campo, pero las aproveché todo lo que pude y con la suerte de mi lado.

Mochuelo europeo · Athene noctua





Ciervo · Cervus elaphus


Alcaudón real · Lanius meridionalis


Y la cosa no acabó aquí. Las vacaciones de febrero no fueron más que el preludio de una época de recuperar todos los meses de parón fotográfico y desilusión que llevaba arrastrando tanto tiempo. 

Una mañana de semana santa, tuve el placer de poder hacer fotos de avutarda. Los que me conocéis ya sabréis que era prácticamente un sueño desde hace 10 años, cuando empecé a buscarlas por los Monegros con ahínco y esperanza. Me levanté a las 4:30 de la mañana, y puse rumbo a Farlete para pasar el resto del día en un escondite. Fueron nada más ni nada menos que 14 horas metido entre cuatro paredes de poco más de un metro cuadrado, pero creo que las fotos hablan por sí solas.

Avutarda euroasiática · Otis tarda












Un servidor en el escondite.

Quiero agradecer una vez más a Borja Duarte por esta increíble experiencia, que desde luego nunca olvidaré.

Los siguientes días estuve liado con otros asuntos, echando horas en el campo cada mañana y cada tarde. Una mañana pasé unas buenas horas con los sisones, que ya andaban bastante activos cantando y saltando.


Sisón común · Tetrax tetrax







Y al igual que en las vacaciones de febrero, los mochuelos se portaron bastante bien, y entraron a posar unos minutos frente a un precioso campo de colza.



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Si hay una palabra que pueda definir cómo ha sido el último año y medio, es sin duda "irregularidad". No en ganas, empeño e ilusión por salir al campo, empezar nuevos proyectos y vivir nuevas experiencias, sino en la suerte que he tenido al momento de poder plasmar estos momentos en fotografía. He aprendido, y más que nunca, que los buenos momentos no son ni gratis ni infinitos. Rendirse no es (ni nunca ha sido) una opción.

Y ahora, sentado frente a la pantalla del ordenador y mientras escribo esto, me pregunto: ¿Cómo serán los próximos meses? ¿Prósperos, improductivos...? Cómo van a acontecer, sólo el tiempo lo dirá. 

Y antes de acabar, quiero dar las gracias a las personas que en algún momento en estos últimos 9 años, han mostrado su apoyo hacia el trabajo y los sentimientos que han ido quedando plasmados en estas entradas.

Hasta la próxima.